Digo extrañas porque la casa de la playa en la que me hospedaba estaba a media hora en coche de la playa playa entendida como la suma de arena, agua y colillas.

 

Por un tema que no viene a cuento y por no tener carnet de conducir por aquel entonces, me quedé sola en el piso por laaargas horas, toooda una semana, sin naaada que hacer.

 

Después de cotillear todo el piso, entontré en unos cajones decorados coherentemente con barquitos azules, encontré papel y algún que otro rotulador.

 

Solo me faltaba una cosa, absenta.

 

No.

 

Solo me faltaba algo muy parecido a la absenta. El espíritu de Toulouse Lautrec.

 

Te confieso algo muy explicativo.

 

A veces el cuerpo me pide cosas. El oído me grita “Stephen Sondheim”, los ojos “Katharine Hepburn”,

y ese día las  manos me pedían “Lautrec”.

 

Para mí, es una llamada tortuosa si no se atiende. Así que, como mujer sabia hice lo requerido.

 

Youtube.

 

Como pintar como lautrec.

 

Antonio garcía villarán.

 

Play.

 

No sabía quién era el tipo de la perilla, solo que estaría laaargas horas, toooda una semana, viendo tooodo su canal.

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A final de semana tenía síntomas de sudoración, jaqueca y palpitaciones. Estaba comprando todas las papeletas para el sorteo de Síndrome de Stendhal, pero me salvó la campana.

 

Mi nueva casera -me mudaría nada más acabar las vacaciones- debía adelantar la entrega de llaves por otro tema que no viene a cuento.

 

No me quedaban demasiados vídeos por ver del canal de Antonio, y gracias a dios el piso venía con wifi incluido en el precio, así que acepté dar pause durante un par de horas para volver a Sevilla, coger mis llaves, sentarme en el suelo de mi nuevo piso con un bloc de notas, varios rotuladores, el móvil y uno de los últimos vídeos de Antonio.

 

Recuperé las sudoraciones en seguida, pero a mí me daba igual, eso era el lado opuesto al aburrimiento, era el más profundo y dulce estímulo. Y el Stendhal no era mas que calderilla a pagar por ese estímulo.

 

Y no solo eso. 

 

Aún no lo sabía cuantas alegrías iba a darme ese pago.

 

No aún.

 

No hasta una semana después.

 

Tirando la basura.

 

Delante de Crea 13.

 

Ya tenía un sofá donde dibujar a gusto y una papelera que aplastar todas las veces que me lo permitiera.

 

Llegué a ese límite.

 

Tenía que tirar la basura.

 

Tenía que abandonar esa energía creativa heredada del señor de la perilla.

 

Hice de tripas corazón y paré de dibujar.

 

Cerré la bolsa, puse una nueva, bajé la antigua y fui al contene…

 

Espera.

 

¿Dónde está el contenedor?

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Dime.

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¿Alguna vez has buscado a Wally?

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Se activa tu atención plena. Ves de todo. Un Lautrec, la foto de Antonio, un puñao de vídeos...  

 

Ves de todo menos a Wally -si, hay uno por esta página, suerte-.

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Pues así fue. Buscando el contenedor con toda mi atención, clavandome las tiras de la bolsa en los dedos, paré atónita.

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Solté la bolsa, me estampé contra el cristal para verla de cerca. 

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Era la Virgen de la candela. El cartel de Crea 13 y si miro un poquito más a la izquierda...

 

¡El señor de la perilla! 

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Me recibió maravillosamente, ocupé la última plaza de su clase y fui la primera en levantar la mano cuando preguntó si alguien sabía editar vídeos.

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Quiás no conozca tu trabajo, pero si me mandas un proyecto y eres capaz de que mis ojos pidan tu producto me queda Stendall para rato.

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Levanta la mano y envíamela a este correo